Hoy en día no imaginamos nuestras calles y avenidas sin la presencia de los semáforos, creados para velar por la seguridad de sus usuarios, regulando el tráfico diario de vehículos y peatones. En este artículo repasaremos su evolución a los largos de sus más de cien años de historia, hasta llegar a conocer su uso y funcionamiento actual.
Aunque el origen de los semáforos poco tiene que ver con los coches, como veremos a continuación, la historia cita un hito muy importante para la generalización de su uso: la llegada del modelo T de Henry Ford a las calles en 1908, época cercana la aparición de los primeros modelos de semáforos que conocemos actualmente.
Un regulador del tráfico de vehículos basado en el utilizado para los trenes
El primer semáforo que reguló el tráfico de vehículos se instaló en Londres en 1868 y fue creado por John Peake Knight, siendo un sistema basado en el que ya se usaba para regular el tráfico ferroviario. El funcionamiento de este semáforo era manual, pues contaba con dos brazos que se elevaban como indicativo de que se podía avanzar, o no, y utilizaba lámparas de gas de color rojo o verde que manejaba un policía. Sin embargo, este funcionamiento manual, siempre operado por una persona, fue el que impidió la extensión de su uso.
En 1910, Ernest Sirrine mejoró este sistema automatizando la señalización y sustituyendo la luz roja y verde por las palabras “detenerse” y “avanzar” respectivamente. La idea tampoco se mantuvo durante mucho tiempo y al cabo de los dos años se volvió al sistema de luces de Peake Knight.
El siguiente hito en la historia del semáforo vino de la mano de William Ghiglier, quien en 1917 creó el primero con luz roja y verde que se activaban de forma automática, aunque también conservaba el modo manual. Este semáforo se instaló en la ciudad de San Francisco.
Semáforos con tres colores desde 1920
Ya en 1920 pudimos ver los primeros diseños de semáforos que incluían la luz ámbar. Este diseño, original de Willians Pots, facilitaba a los conductores conocer cuándo se produciría el cambio entre la luz roja y verde, gracias a la luz ámbar, tal y como lo conocemos a día de hoy. Debido a que Pots era policía, fue Garret Morgan quien patentó esta idea en 1923, la misma que tiempo después vendió a General Electric, empresa que se encargó de su venta e instalación en Estados Unidos.
En 1936 Charles Marshall añadió a este diseño una señal que advertía del tiempo que faltaba para el cambio de fase del semáforo.
El primer semáforo que se instaló en España
La utilización de los semáforos en España data de esta misma época, pues el primer semáforo se instaló en 1926, en el cruce de las calles Alcalá y Gran Vía y en un primer momento únicamente regulaba el tránsito de vehículo. Fue en 1935 cuando el Ayuntamiento de Madrid empezó a controlar el paso de los peatones en las calles.
Actualmente, y debido a que los semáforos son elementos indispensables para la regulación del tráfico, incluyen sistemas automatizados que permiten recoger la información de los vehículos que no respetan su fase roja, los llamados “fotorojos”, que no son más que cámaras que recogen de forma automatizada esta infracción de tráfico.
En cuanto a su diseño, siguen utilizándose los semáforos de tres fases y colores: rojo, detenerse; ámbar, pasar con precaución o detener el vehículo como si se tratara de una luz roja; y, verde, pasar. Por otro lado, las luces ejecutadas de forma manual y con gas han dado paso a los modernos semáforos con lámparas LED y de menor consumo, o a su personalización, cambiando el sonido o la imagen de los semáforos para peatones.