De finales de 1920 datan los primeros controles de la Guardia Civil en la carretera, en la vía que conectaba Madrid y La Coruña. No fue hasta 1959 cuando se generalizó la vigilancia en carretera y desde entonces el objetivo siembre ha sido el mismo, reducir los accidentes de tráfico causados por una velocidad excesiva.

La tecnología ha ayudado a mejorar las técnicas de control de la velocidad. Así, desde los primeros controles y captación de imágenes que se hacían de forma manual, se ha pasado a sistemas completamente autónomos e informatizados, gestionados a distancia, que dan paso a las distintas variantes de radares y captación que conocemos hoy en día: móviles, fijos, de tramo o instalados en helicópteros.

Dado que las multas por excesos de velocidad son las más frecuentes, en este artículo veremos cómo funcionan los diferentes tipos de radares, dónde pueden estar localizados y el mecanismo por el que miden la velocidad a la que conducimos.

Radares fijos.

Todos los tipos de radar funcionan según mismo principio básico de emisión de una onda electromagnética hacia el vehículo, la onda rebota y vuelve a la antena. Con esta señal devuelta, y sus variaciones, es con la que se puede saber muchas características del objeto en cuestión, lo que incluye la velocidad media a la que circula.

Los radares fijos están instalados en los tramos más conflictivos de la red viaria, en pórticos en la carretera, en una cabina o  en un poste, esto es un soporte físico y fijo, y pueden llegar a medir la velocidad de cualquier carril. Los reconocemos porque están señalizados como “Puntos de control de velocidad”, tal y como hemos visto en un anterior artículo sobre la señalización de radares.

Afortunadamente, no todas las cabinas contienen un radar, ya que la DGT los va reubicando para controlar diferentes tramos.

En el caso de detectar una infracción en la velocidad establecida, los datos de la velocidad, la matrícula y fotografía, se envían de forma instantánea al centro de gestión para continuar con el proceso de denuncia.

Radares móviles.

Este tipo de radares es del que más cuesta reconocer su ubicación, porque habitualmente no están señalizados, aunque con la últimas medidas sobre la velocidad introducidas a mediados de marzo de este año, está recomendado que los agentes lo hagan, aunque no se hace en todos los casos (Ver más en: Nuevo margen de tolerancia y medidas sobre la velocidad de la DGT).

Este sería el caso de radares que ya conocemos por estar habitualmente colocados en vehículos, apartados a un lado de la vía o circulando con mucha precaución en el carril derecho y para que no haya lugar a duda, manipulados por agentes uniformados.

Dado su concepto de movilidad, también podemos verlos sobre un trípode, instalado en el exterior junto al coche policial, en helicópteros como en el caso del Pegasus, que veremos a continuación, pistolas láser y los recientes coches que llevan una cámara incorporada encima de la matrícula.

Los radares móviles son de varios tipos también:

• Los que funcionan con tecnología microondas como los radares fijos.
• Los que proyectan dos rayos láser perpendiculares a la carretera, que mide la velocidad a la que el vehículo tarda en pasar entre los dos. Puede medir varios carriles a la vez, en rectas o curvas.

¿Cómo funcionan los #radares que controlan la velocidad?

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Helicóptero “Pegasus”.

El radar aéreo “Pegasus”, en funcionamiento desde 2013, es el sistema de control de velocidad instalado en un helicóptero que es capaz de detectar con precisión milimétrica los excesos de velocidad de un coche a 300 metros de altura y a un kilómetro de distancia.

Cómo podemos ver en la imagen, el helicóptero de posiciona sobre el vehículo infractor e inicia el seguimiento con una cámara panorámica y colocándose detrás de éste. Una segunda cámara con teleobjetivo lee la matrícula. El operador del radar en el helicóptero activa el GPS para calcular las coordenadas del vehículo, seguidamente un telémetro láser mide la distancia entre el helicóptero y el vehículo. Para una lectura válida de la velocidad se realizan 3 disparos del láser, uno cada 3 segundos, calculándose la media.

Toda esta información es la que aparecerá en la imagen de la infracción, la cual se queda grabada y se envía de forma telemática al Centro de Tratamiento de Denuncias Automatizadas (ESTRADA) en donde se tramitará.

Pegasus puede detectar velocidades entre 80 y 360 km/h, incluso puede solicitar la actuación de una patrulla de la Guardia Civil en caso de detectarse un delito, de velocidad u otra índole en la carretera.

Radares de tramo.

La diferencia de este radar es que mide la velocidad de un vehículo en un tramo de varios kilómetros y sanciona a los que no mantienen la velocidad legal en éste y no en un punto kilométrico específico como es el caso de los radares fijos.

Normalmente están ubicados en túneles dados los riesgos que entrañan. A pesar de ser llamados radares, esta modalidad de control de la velocidad funciona con cámaras de visión artificial, como los que se utilizan en los semáforos de algunas ciudades.

En el inicio del tramo de control se ubican unas cámaras (de iluminación con infrarrojos no perceptibles por el ojo humano), una por cada carril, las cuales graban todas las matrículas y hora de paso de los vehículos que entran. A la salida una segunda cámara realiza la misma acción. Con esta información, un ordenador casa las matrículas iguales, comprobando el tiempo de paso en el tramo de cada uno y calcula su velocidad media.

En el caso de superar el límite de velocidad las infracciones se envían de forma telemática al Centro de Denuncias Automatizadas de León para continuar con la denuncia.

En próximos artículos veremos también como leer las multas de radares, el uso de los detectores y los conflictivos avisadores de radares y más.

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Fuentes:

– Revistas Tráfico y Seguridad Vial  Nº 204/2010, Nº 220/2013 y Nº 230/2015.